Depresión

A veces se denomina: estado de ánimo bajo, distimia, depresión posparto, trastorno disfórico premenstrual, trastorno afectivo estacional, depresión maníaca, depresión clínica
Entrevista entre
Andrew Cunningham, MD
Andrew Cunningham, MD
Nora Lansen, MD
Nora Lansen, MD

La depresión es un trastorno de salud mental que se manifiesta como períodos prolongados de bajo estado de ánimo y otros síntomas que interfieren con las actividades diarias.

Casos por año (EE. UU.)

17 millones

Frecuencia general

7% de los adultos

Riesgo

La depresión puede afectarle a cualquier persona, pero ciertos factores aumentan el riesgo, como los antecedentes familiares de depresión, un acontecimiento importante en la vida, la edad avanzada, el apoyo social deficiente, el bajo nivel socioeconómico, el insomnio y ciertos medicamentos.

Síntomas y causas

¿Cuáles son algunos de los síntomas de la depresión?

La depresión puede adoptar diversas formas. Puede ser evidente (con síntomas como tristeza, irritabilidad, llanto con facilidad y sensación de incapacidad para sentir alegría) o puede ser más imprecisa, con características como cambios en el apetito, falta de concentración, fatiga, dolor de cabeza y dolor abdominal. A veces, todos estos síntomas se presentan a la vez, pero otras veces se presentan de forma aislada. La identificación de la depresión puede llevar tiempo, especialmente cuando no hay una causa evidente o cuando los síntomas son estrictamente físicos.

¿Qué causa la depresión? ¿Es genética?

La depresión con frecuencia se desencadena por un acontecimiento de la vida. Cuando esto ocurre, se denomina depresión situacional (también llamada trastorno de adaptación). Si una persona experimenta un acontecimiento en la vida que la afecta de manera negativa, es de esperar un período de duelo. Los síntomas del duelo son muy parecidos a los síntomas de la depresión. Sin embargo, si el duelo se prolonga más allá de un período de tiempo razonable o si los síntomas son desproporcionados con respecto a lo que cabría esperar, ese patrón es más consistente con la depresión situacional.

Por ejemplo, es normal llorar después de una ruptura, pero si una persona no puede salir de casa y no participa en las actividades cotidianas dos años después del final de la relación, entonces consideraríamos que esa persona está deprimida situacionalmente.

A veces, los síntomas de la depresión se presentan sin ningún evento desencadenante evidente, y las investigaciones parecen sugerir que hay un componente biológico en este tipo de depresión. Aún queda mucho por aprender sobre la transmisión genética de los trastornos de salud mental, pero lo que sí sabemos es que la depresión parece tener cierta heredabilidad. En otras palabras, si tiene familiares que están deprimidos, sus probabilidades de sufrir depresión son más altas.

Por supuesto, el hecho de que alguien no parezca tener un desencadenante evidente de la depresión no significa que no haya una causa subyacente (el trauma infantil reprimido es un ejemplo). Por lo general, es una combinación del entorno y la genética lo que contribuye al desarrollo de la depresión, pero a veces una entidad desempeña un papel más importante que la otra. También es importante tener en cuenta que algunas afecciones médicas pueden provocar síntomas de depresión; el hipotiroidismo y la enfermedad de Parkinson son dos ejemplos.

Tipos de depresión

Existen diferentes tipos de depresión, como la posparto, la premenstrual, la afectiva estacional, la crónica y la situacional. ¿Cuáles son las similitudes y diferencias entre sus síntomas y cómo se tratan?

Los síntomas depresivos varían según el individuo, no según el tipo de depresión. Por ejemplo, una persona propensa a los síntomas más físicos de la depresión, como la fatiga y la disminución del apetito, experimentará esos síntomas independientemente de si tiene depresión perinatal o estacional.

Las recomendaciones de tratamiento pueden variar (la fototerapia sería una recomendación importante para el trastorno afectivo estacional, pero no necesariamente para la depresión perinatal), pero también hay algunas coincidencias (por ejemplo, la terapia conversacional es una excelente opción para cualquier tipo de depresión).

Estos son algunos de los tipos de depresión más comunes:

  • Trastorno depresivo mayor: estado de ánimo bajo grave y persistente que dura al menos 2 semanas consecutivas (a menudo, de meses a años).
  • Distimia: estado de ánimo bajo leve y persistente, que dura al menos 2 años
  • Depresión perinatal: antes llamada depresión posparto, ahora está claro que la depresión asociada al embarazo puede ocurrir tanto durante el embarazo como después del mismo. Se cree que la depresión perinatal se debe a los efectos neuropsiquiátricos de las fluctuaciones hormonales, así como al impacto psicosocial del embarazo y el parto.
  • Trastorno disfórico premenstrual: el TDPM es una versión grave del síndrome premenstrual (SPM). Algunas mujeres presentan síntomas extremos de depresión, incluso tendencias suicidas, durante la fase lútea de su ciclo menstrual (es decir, durante las 1-2 semanas anteriores a la menstruación).
  • Depresión estacional (trastorno afectivo estacional, TAE): debido a que la exposición a la luz solar está estrechamente relacionada con el estado de ánimo, la depresión puede ser más prevalente en los meses más oscuros del otoño y el invierno, así como en lugares con menos luz solar.
  • Depresión situacional (también conocida como trastorno de adaptación con estado de ánimo deprimido): depresión que se desencadena por un acontecimiento de la vida, generalmente una pérdida.

¿Cuál es la diferencia entre depresión y ansiedad?

La depresión y la ansiedad tienen algunas características similares, y las dos suelen ir de la mano. Una persona que sufre depresión puede tener momentos o incluso períodos prolongados de ansiedad, mientras que una persona que padece un trastorno de ansiedad puede tener problemas con episodios de depresión.

Las principales diferencias están en la sintomatología. Los síntomas de la depresión generalmente incluyen falta de energía, fatiga, letargo, falta de motivación y confusión mental. La ansiedad suele manifestarse como nerviosismo, incapacidad para quedarse quieto, pensamientos acelerados, latidos cardíacos acelerados y nerviosismo.

A pesar de los síntomas distintivos, los enfoques terapéuticos iniciales son los mismos tanto para la depresión como para la ansiedad. La terapia es la base del tratamiento. A la hora de tomar medicamentos, los medicamentos de primera línea para la depresión y la ansiedad son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), que permiten que la serotonina, la sustancia química cerebral que hace sentir bien, permanezca en el sistema nervioso por más tiempo. Otras intervenciones que han demostrado aliviar y prevenir tanto la depresión como la ansiedad son dormir lo suficiente, hacer ejercicio y meditar.

Diagnóstico

¿Cómo se diagnostica la depresión?

Si bien no hay pruebas de laboratorio específicas para diagnosticar la depresión, hay una variedad de evaluaciones basadas en evidencia que se pueden usar, el más común de los cuales es el PHQ-9. Si bien es posible que una persona ya conozca los signos y síntomas de la depresión y sepa que la padece, a veces es menos evidente, especialmente si se trata del primer episodio.

De cualquier manera, el PHQ-9 es una herramienta útil no solo para el diagnóstico, sino también para la evaluación de la gravedad y el seguimiento del progreso una vez iniciado el tratamiento. La evaluación de nueve preguntas, realizada por un profesional de la salud, da como resultado una puntuación numérica que se correlaciona con una categoría de intensidad de los síntomas, que va de mínima a grave. Si una persona no tiene claro si padece depresión, una consulta con un proveedor de atención primaria es un buen punto de partida.

Algunos síntomas de la depresión pueden ser muy físicos (fatiga, cambios en el apetito, confusión mental). ¿Cómo sabes si se trata de depresión o de alguna otra cosa?

Si no hay una razón obvia para que una persona esté deprimida, puede llevar tiempo llegar a un diagnóstico de depresión, especialmente si los síntomas de la persona son puramente físicos (por ejemplo, fatiga, falta de energía, cambios en el apetito). Con frecuencia, un proveedor de atención médica evaluará otros diagnósticos, como el hipotiroidismo o la anemia. También hay una serie de problemas de salud física que aumentan de forma independiente el riesgo de depresión, como las enfermedades cardíacas y otros trastornos inflamatorios crónicos.

Si se descartan otras causas posibles de los síntomas de una persona, el proveedor de atención médica suele proceder a una evaluación de la depresión y puede probar un tratamiento para ver si eso ayuda. Si el tratamiento es útil, se considera que el diagnóstico de depresión está confirmado.

Tratamiento

Hay muchas opciones de tratamiento para la depresión, ¿cuál es la mejor?

Las investigaciones muestran que la opción de tratamiento más eficaz para la mayoría de los tipos de depresión es la terapia. Hay varios tipos diferentes de terapia: terapia conversacional, terapia cognitiva conductual, musicoterapia, terapia artística, terapia grupal, por nombrar solo algunos. Con frecuencia, los terapeutas emplean una combinación de tipos de terapia para tratar a sus pacientes. Por supuesto, si alguien se encuentra en peligro inminente de sufrir una depresión grave y tiene pensamientos suicidas, es importante que busque ayuda de inmediato; un recurso fiable es Línea de vida para la prevención del suicidio, con consejeros disponibles en línea o por teléfono (1-800-273-8255) las 24 horas del día.

El aspecto más importante de la terapia es la relación entre el terapeuta y el paciente. Si una persona no se siente cómoda con su terapeuta o si la terapia proporcionada no es satisfactoria, es poco probable que el tratamiento sea eficaz. Intentar encontrar al terapeuta adecuado puede resultar intimidante. Hay una serie de variables a considerar, como el enfoque terapéutico, la experiencia y el costo. Hay algunos sitios web útiles como www.psychologytoday.com que enumeran miles de terapeutas, que se pueden ordenar por una variedad de filtros.

Tenga en cuenta que una relación terapéutica eficaz depende más de la aptitud individual que de las credenciales del profesional. La formación adecuada es esencial, pero el tipo de título (MD, DO, PsyD, PhD, PMHNP, MSW, LPC, LMHC) no indica necesariamente que un terapeuta sea la persona adecuada para alguien. Por lo general, en la primera o segunda visita queda claro si un terapeuta en particular será la persona adecuada con la que trabajar de forma regular. Puede llevar tiempo. No es inusual conocer a algunos terapeutas diferentes antes de encontrar el adecuado.

Para la depresión grave que no se resuelve con la terapia, se debe considerar la adición de medicamentos. Hay muchos medicamentos antidepresivos diferentes entre los que elegir. Los que se recetan con más frecuencia como tratamiento de primera línea son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), que actúan aumentando los niveles de serotonina en el cerebro. La serotonina mejora el estado de ánimo de forma natural. Los ISRS no producen necesariamente más serotonina, pero ralentizan su procesamiento por parte del cerebro, lo que permite que la serotonina sature el sistema nervioso durante más tiempo del que lo haría de otra manera.

Debido a que es difícil predecir qué ISRS podría ser más efectivo para una persona, a menudo hay un período de prueba y error para determinar cuál es el mejor medicamento para una persona. Los ISRS pueden tardar un tiempo (hasta 6 semanas) en hacer efecto por completo, pero las personas suelen notar una leve mejoría después de un par de semanas. Los médicos, los médicos de cabecera y los enfermeros especializados en psiquiatría pueden recetar medicamentos; un terapeuta que no posea uno de estos títulos lo remitirá a un colega que pueda administrar la medicación, si los medicamentos están justificados.

El objetivo del tratamiento farmacológico es ayudar a una persona a volver a sentirse como ella misma, no adormecida o incapaz de experimentar una gama completa de emociones. Los efectos secundarios frecuentes de los antidepresivos son sequedad de boca, náuseas, insomnio o fatiga, cambios en el apetito y disminución del deseo sexual. Algunos de estos síntomas son transitorios y solo duran durante las primeras semanas del inicio del tratamiento, mientras que otros pueden persistir. Los efectos secundarios se pueden minimizar utilizando la dosis efectiva más baja posible. No todos los ISRS provocan efectos secundarios en todas las personas.

Los ISRS no son los únicos medicamentos disponibles para el tratamiento de la depresión. Otras clases de antidepresivos incluyen los inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina (SNRI), los medicamentos que afectan la actividad de la dopamina (bupropión), los inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO), los estabilizadores del estado de ánimo, los antipsicóticos y los antidepresivos tricíclicos. Para la depresión mayor grave que no mejora con la medicación, una opción de tratamiento que puede ser extremadamente eficaz es la terapia electroconvulsiva (TEC). A diferencia del tratamiento de choque que se muestra en las películas, la terapia electroconvulsiva se administra bajo anestesia y no provoca dolor ni angustia. Para algunas personas, produce una mejoría rápida y marcada de los síntomas de la depresión.

Hay una serie de tratamientos integradores para la depresión que ofrecen beneficios potenciales. Las opciones de suplementos incluyen la hierba de San Juan, los ácidos grasos omega-3, el MSM, el 5-HTP u otros aminoácidos, la SAMe, la rodiola y la ashwagandha (u otras hierbas adaptógenas que modulan el estrés). Los tratamientos de la medicina tradicional china, como la acupuntura y las mezclas de hierbas, se han utilizado durante miles de años en Asia. Otros enfoques integradores incluyen el trabajo corporal, la desensibilización y el reprocesamiento de los movimientos oculares (EMDR), la hipnoterapia, la biorretroalimentación y el yoga.

Prevención

¿Qué se puede hacer para prevenir la depresión?

La depresión no siempre se puede prevenir, pero hay muchas maneras de optimizar la salud mental y mitigar el riesgo de depresión. La forma más eficaz de desarrollar y mantener una mente y un cuerpo sanos es centrarse en lo básico: dormir lo suficiente, alimentarse bien, hacer ejercicio con regularidad y meditar.

La perfección en todas estas áreas no es el objetivo; puede ser difícil hacer bien cualquiera de ellas, y mucho menos todas. Intentar abordar demasiadas cosas a la vez casi siempre resulta contraproducente. La mejora sostenible del estilo de vida debe abordarse con cuidado; se necesitan meses, incluso años, de práctica para implementar un cambio duradero. Además, hay diferentes interpretaciones sobre cuánto de algo bueno es suficiente. He aquí un resumen aproximado de lo que debes buscar:

  • Dormir: ocho horas es lo correcto para algunos, pero la investigación sugiere ese requerimiento de sueño varía según la persona. Una forma de evalúa lo que es correcto para ti es reservar unas cuantas mañanas consecutivas que no requieran alarma: ir a dormir a una hora regular y razonable y ver a qué hora te levantas de forma natural, sintiéndote renovado.
  • Nutrición: La dieta estadounidense promedio incluye una alta proporción de alimentos procesados, que tienden a provocar cambios bruscos en el azúcar en la sangre, lo que lleva a una energía y un estado de ánimo erráticos. La incorporación de alimentos integrales y la reducción al mínimo de los procesados permiten mantener un nivel de azúcar en sangre más estable durante todo el día. La suplementación con un multivitamínico, vitamina D y vitaminas B a veces ayuda si la dieta y el estilo de vida no proporcionan la ingesta adecuada recomendada. Una dieta mediterránea o antiinflamatoria proporciona un marco útil para satisfacer las necesidades nutricionales.
  • Ejercicio: Los beneficios del ejercicio no se limitan a la conocida liberación de endorfinas en un solo entrenamiento. Investigación emergente sugiere que el ejercicio regular puede remodelar la arquitectura del cerebro con el tiempo, lo que contribuye a mejorar el bienestar mental. No está claro exactamente cuánto ejercicio se requiere para obtener estos beneficios a largo plazo, pero 150 minutos por semana es un buen objetivo. Si ha pasado un tiempo desde la última vez que hizo ejercicio, comience con 15 a 20 minutos de caminata de 1 a 2 días a la semana. Al principio, lo más importante es establecer el hábito. Una vez que te hayas acostumbrado a hacer ejercicio como parte de tu rutina habitual, puedes aumentar gradualmente la intensidad y la duración.
  • Meditación: La meditación es cada vez más reconocido como una forma poderosa de mejorar la salud mental. Al igual que con el ejercicio físico, empezar poco a poco es la clave para implementar una práctica sostenible. Incluso un minuto de meditación al día puede ayudar a establecer un hábito. Con el tiempo, naturalmente resulta más fácil acceder a un estado mental de quietud y mantenerlo. Diez minutos de meditación al día pueden ser suficientes para obtener beneficios, aunque quienes practican la meditación desde hace mucho tiempo suelen dedicar períodos de tiempo mucho más largos (una hora o más) a su práctica diaria. La meditación puede proporcionar una sensación de conexión y de conexión. La conexión con los demás, con el mundo natural, un poder superior o un sentido de propósito mejora la experiencia humana para muchos. La pérdida de estas conexiones o la incapacidad para desarrollarlas a menudo contribuyen a una sensación de soledad o ausencia de riqueza en la vida. La meditación es una forma de fomentar la significación. Otros ejemplos incluyen la socialización, el cuidado de una mascota, el voluntariado, la participación en una práctica espiritual y el pasar tiempo en la naturaleza.

Enlaces útiles

Línea de vida para la prevención del suicidio (1-800-273-TALK)

Depresión mayor: estadísticas (Instituto Nacional de Salud Mental)

Síntomas y señales de advertencia de la depresión (Guía de ayuda)

Localizador de servicios de tratamiento de salud conductual (Administración de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias)

Conéctese con nuestros médicos

El Dr. Andrew Cunningham y la Dra. Nora Lansen son miembros del equipo clínico de Galileo. Comuníquese con uno de nuestros médicos sobre la depresión o cualquiera de las muchas otras afecciones que tratamos.

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